miércoles, enero 23, 2008
Rosana... Otra minita que se hizo la loquita y terminó jugando a la canasta con Norita y María Marta... Chicas! Qué pasa? Nos confiamos tanto en eso de que un pelo de con... ehem... mujer... tira más que una yunta de bueyes y pensamos que el marido de turno no se iba a cansar de los cuernos? Nooooo! Muy equivocadas!
No voy a arengar a favor de la in/fidelidad. Creo que uno tiene que ser fiel a su corazón y si éste entra en conflicto con el que está a nuestro lado, las cosas se hablan y se ve qué se puede hacer. A veces se puede remontar la situación, otras no se puede y es mejor que cada uno siga su propio camino. Es difícil, no me voy a poner en moralista porque yo alguna vez estuve ahí y no pude evitar "meter la pata". No estoy hablando de calentura, estoy hablando que de pronto aparece alguien en tu vida, te hace ver las cosas de otra forma, te llena el estómago de mariposas y te devuelve la sonrisa y las ganas de soñar. Entonces el corazón, que es un tirano, te agarra de los pelos y te arrastra por caminos insospechados.
No creo que estas chicas de country abandonadas por sus maridos empresarios se hayan enamorado. Más bien creo que están muy solas y muy aburridas. Entonces se arman una aventurita y empiezan a tomar cada vez más riesgos, adictas a la adrenalina, tratando de ver hasta donde las va a aguantar el cornudo (que para ese entonces, con tal de que la mujer no le rompa las bolas la deja hacer lo que quiera). Claro que llega un punto en que el perjudicado empieza a quedar como el boludo de la fiesta y no se banca las miraditas de los muchachos del club. Ahí se pudre todo...
Me pregunto qué les pasa a ellas por la cabeza a la hora de dar el "si"... Si, quiero un marido con plata que me mantenga? Si, quiero un tipo que llene el vacío afectivo con guita? Si, quiero un auto importado, una casa de fin de semana, una membresía a un club exclusivo?
Qué pasó con el "si, quiero estar con vos por el resto de mi vida, ser felices todo lo que podamos, acompañarnos en los momentos difíciles, amarte, mimarte"?
Espero que el día que elija a mi compañero de vida tenga la cabeza lo suficientemente despejada como para no pensar en boludeces. Ojalá pueda perderme en sus ojos y decirle con una sonrisa enorme que me encantaría que caminemos uno al lado del otro, que lo elijo para tratar de ponerle onda a esta vida. Y si las cosas no funcionan todo lo bien que podrían, mala suerte, tendré que volver a empezar. Al menos me quedaré con la conciencia tranquila de haber elegido con el corazón y no con la cabeza ni el bolsillo.

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